No olvidan nunca su canción los pájaros
no aplanchan ni rebrillan su plumaje
no cambian de nido por los malos vecinos
no inventan nuevos picos para el amor
ni se cansan de la misma compañera
no rompen nunca la rama en que se posan
no lucen hoy el ojo limpio del amigo
y mañana el turbio del enemigo
no enseñan a volar a sus polluelos
sino que los empujan tiernamente a las nubes
no necesitan más sabores que los del agua pura
o el de las frutas a la carta en sus gajos
dios hizo el maná para ellos y se contentan
con briznas de hierba o espaguetis de lombricillas
no se persignan porque nacieron benditos
no se enferman ni amanecen enguayabados
aunque duerman en un guayabo o en un borrachero
no usan despertador ni padecen de insomnio
nunca se quejan de su fragilidad
ni les temen a las aves de rapiña
sino que juegan inocentemente con ellas
aunque siempre salen perdiendo
tampoco huyen de los cazadores
porque creen como los niños
que las armas son de juguete
no cambian de color ni de bandada
no cumplen años ni van a entierros
no usan brújula ni almanaque
pero son los pregoneros del día
los emisarios de la primavera
jamás pierden el equilibrio
a nadie humillan con su feliz indiferencia
no protestan por los cambios del tiempo
aunque el frío los atortola
y siempre celebran con el aplauso de sus alas
el telón del crepúsculo
no lloran ni ríen pero tiemblan y arrullan
tampoco les cansa el viento
ni los destiñe la lluvia
no saben que las patrias separan en la tierra
lo que une el cielo
ignoran la existencia de los poetas y los filósofos
y que todos ellos viven de sus plumas
se acuestan sin ver la televisión
después de leer todos los paisajes
y prefieren olvidar dónde
dejaron su tumba en el aire.
Rogelio Echavarrí (Santa Rosa de Osos, Colombia, 1926)
Fotografia : Donatienne * primeros rayos de sol en octubre