En la India, crisol de culturas y tradiciones, han coexistido dos grandes tipos de baile, la danza clásica, reservada para las castas altas, y la folclórica, practicada en los pueblos.
Los principios de la danza clásica vienen recogidos en un tratado artistico del siglo 400 a.C, el Nâtya-shâstra. En él se detallan las reglas para realizar cada uno de los movimientos, e incluso la manera como debe expresarse cada sentimiento. Entre los nueve bailes que el libro desglosa encontramos el Kuchipudi, baile originario de Andhra Prdesch y practicado, en sus origenes, por los brahmanes o sacerdotes, pertenecientes a la casta más alta. La danza, que se caracteriza por los marcados movimientos de las extremidades, está dedicada a los dioses y va acompañada de narraciones de la mitologia hindú y música karnática propia del sur de la India.
En contraposición a este tipo de baile, las comunidades dálits y tribales crearon sus propias danzas folclóricas: los Janapada, cuya práctica se pasa de generación en generación mediante tradición oral. Estas danzas son rápidas, flexibles y creativas y van acompañadas de canciones y todo tipo de tambores. Se practican sin coreografia en celebraciones y eventos especiales.
A través del programa cultural de la Fundación Vicente Ferrer se forma a los jóvenes y a los niños y niñas de las áreas rurales en danzas folclóricas y clásicas. El baile no sólo desarolla la expresión, el lenguaje corporal y la personalidad, sino que además, es un valor único y genuino de la propia identidad y cultura.
Por primera vez, dálits, tribales y backward castes, tienen acceso a actividades culturales antes reservadas exclusivamente a las castas altas.