Tú, mi ángel,
mi amigo del cielo
que me has guido a la tierra
y me conducirás a la puerta de la muerte
a la morada espiritual del alma humana.
Tú, mi ángel,
no dejes de iluminarme fortalecerme y aconsejarme,
a fin de que salga del fuego
que teje el destino tan resistente como el crisol.
Para que aprenda a compenetrarme
cada vez más
con los fines divinos del mundo.
Oración del Ángel de la Guarda ofrecida por Rudolf Steiner
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Rayo de sol en el banco delante de la Bodega en la Pousa
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